06/03/07

Una disco cualquiera

Nadie creyó mucho en la idea al principio. Es más, sospecharon de todo. De lo de Las Vegas, de las pláticas de tres o más horas por teléfono a eso de la media noche, de las postales que recibía de las islas griegas y de Guatemala en portugués, sin remitente por supuesto, y de las mil copias de video pirata sobre la vida de Glauber Rocha que me llegaron un día de Porto Alegre.Pero tampoco se espera que la gente ande creyendo pendejadas todos los días. El punto es que sí hay que esperar eso, dice el librito. En fin, la idea ya llevaba cinco años por lo menos y, como decía, al principio no se creyó mucho, hasta que tuve que vender mis libros –y los de la biblioteca de la universidad- de Pascal a un grupo de ucranianos que se hospedaban en un hotel por la calle Villagrán, en Monterrey y que disfrutaban como nadie del caldo de pollo. Ahí fue cuando la incredulidad empezó a disolverse, ¿cómo es posible que te hayas robado los libros?, y una serie de preguntas de ese tipo que no se responden muy fácil pero que hacen que la gente te tome en serio. El proyecto estaba en pañales. No había dinero, ni un cinco. Hasta que cinco años después de lo de los libros, en un día nublado y sucio, atascado por el ruido de los cláxones y bañado de una lluvia muy gris, recibí tres transferencias simultáneas de dinero, de tres inversores convencidos en el Leyva´s. La primera provenía de algún pueblo de los alpes italianos, de un alcalde de una ciudad cercana a Trento que la polizei estaba siguiendo desde hacía un buen tiempo por sus vínculos con la mafia italiana clásica. Le decían el Bambino y quería hacerse de un lugar en América para escapar cuandotuviera que hacerlo y dedicarse a hacer nada. El otro dinero llegó desde Washington, un diplomático perseguido políticamente por el gobierno cubano y la inteligencia gringa porque podía demostrar, decía, el vínculo entre el financiamiento judío al partido republicano y Raúl Castro. Quería regresar a México, no me dijo más. La tercer transferencia fue hecha desde alguna parte de Inglaterra, un músico desconocido que tenía grabaciones inéditas de Los Beatles y que quería escapar de Yoko y venir a México vender millones de copias sin la necesidad de preocuparse por los derechos de autor.Después de lo del dinero tuvieron que pasar seis meses para que abriera el Leyva´s. Más noticias luego.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Por qué no mencionas la parte del financiamiento que aportó el Cártel de los Beltrán Leyva??

pajaro dijo...

Podrìa resultar una sonora pendejada mencionar eso.