Siempre pensé que el mejor parque de la ciudad era el Bryant Park, en las espaldas de la Biblioteca del Estado. Lo prefería casi siempre, sólo los domingos o algunos días por la noche en donde las visitas a Central Park se hacían obligadas por los excelentes conciertos veraniegos que se ofrecían en el prado principal. Tirado en algún pedazo de pasto del Bryant, mientras un avión de papel volaba descompuesto desde los pisos últimos de un edificio que me daba de frente, me arrepentí de un sentimiento que había tenido velado pero constante desde los ataques del 11 / S. Irracionalmente, amagado por mi propia lógica progresista que hasta ese momento tenía algunos lunares antiyanquies, consideraba que hasta cierto punto el ataque podría tener una explicación, una lógica. Los avionazos habían sido una respuesta al imperialismo ejercido por los Estados Unidos, esta afirmación, sin embargo, estaba impregnada de dos implicaciones fundamentales: que la respuesta había sido entendible, acaso justificada y que por lo tanto no tendría porque desencadenar ninguna reacción por parte de la nación afectada –o si la ocasionaba sería en todo caso una aberración-.
Este argumento era común en los pasillos de mi universidad, entre algunos círculos intelectuales, incluso en el faculty club a nivel globo. Sin embargo, la destilación última de este razonamiento era aberrante y desafortunadamente no poco común: los EUA se lo habían merecido.
Cuando el avión de papel estaba por atorarse en una de las ramas de los árboles que rodean la alberca de pasto central del Bryant, yo terminaba justo el tercer capítulo de Four Essays on Liberty, de Berlin. Las ideas que se me vinieron a la mente formaron una cascada apenas aprehensible. Dos de ellas, las sintetiza de manera excelente el Manifiesto Euston, un documento firmado por los más prominentes teóricos de la izquierda hace apenas unos meses en donde tratan de reivindicar una ideología abollada por la historia. Los apartados creo que echarían luz sobre lo que acontece en nuestro país en donde el progresismo patina y donde es posible todavía encontrar algunos nostálgicos stalinistas, que en nombre de un progresismo rancio habitan el Zócalo y aplauden a Al Qaeda o Castro o Evo o Chávez por el simple hecho de que se dicen rojos y antimperialistas.
6. Oposición al antiamericanismo
Rechazamos con la mayor firmeza el antiamericanismo que actualmente infecta una parte importante del pensamiento progresista de izquierdas y parte del conservador. No se trata de postular a EE.UU. como modelo de sociedad, de cuyos problemas y defectos somos conscientes….El hecho de que la política exterior de EE.UU. con frecuencia haya luchado contra gobiernos y movimientos progresistas y apoyado a algunos que son autoritarios y regresivos no puede justificar un prejuicio generalizado contra ese país y sus gentes.
9. Unidos contra el terror
Nos oponemos a todas las formas de terrorismo. El asesinato deliberado de civiles es un crimen reconocido por las leyes internacionales y todos los códigos de conducta bélica, y no puede ser justificado con el argumento de que se realiza en nombre de una causa justa.
