Desde que llegué, dije que al primer robo me largaba de la ciudad. La verdad es que no es tan fácil.
Los policías me aseguran que me venían siguiendo, que la intención era quitarme el auto. Yo no sé a cuál hipótesis darle más peso, el punto es que me robaron poco más de 30 mil pesos en especie: cuatro llantas, cuatro rines de aluminio. Luego los comentarios comunes que buscan orientarte y llevarte a algún rincón cómodo, cómodo e insípido: pudo haber sido peor, lo bueno es que no te pasó nada, nos pasa a todos. No. No. No. Lo triste de la delincuencia y la impunidad en el DF es que no existe nada reconfortante cuando eres una víctima. Nada te asegura que no te va a volver a pasar, es un azar cruel, frío, sólido, muy plano. Es. La realidad del día. ¿Te rindes? No, lo pago. Y lo pagaría cien veces, hijos de puta.
Hasta ahí nada ha sido violento, aparte del hecho de que me dejaron el carro en el suelo -los que ya tienen tiempo acá dicen que lo común de esos robos es que te dejen el auto en tabiques-. La violencia se viene de la mano de la ironía y del absurdo. Los policías que llegaron rápido a la "escena" están conmovidos porque en la mañana, asaltaron a uno de ellos a punta de pistola. Mucho crimen en la ciudad, me dicen, luego, para rematar, la recomendación "es que no debe de dejar el carro en la calle", no es por gusto, pienso, es porque a algún gobernante, hace unos 6 años, se le ocurrió dictar una norma de regulación de suelo que ahora tiene atascada de gente a la Del Valle y no hay donde estacionarse. Por cada edificio de departamentos, que en mi calle hay 7, no hay más de 6 cajones disponibles. Desde ahí, el sentido común se fue a la mierda.
Lo ideal sería ir a la Delegación a denunciar el robo, pero no es lo recomendable, se sincera un oficial. La única opción ya comienza a ser violenta: tratar de conseguir unos rines y llantas también robados, en una de esas hasta son los míos. Ahí, en ese punto, todo se vuelve a ir a la mierda.
Termino por comprar algo por mientras, para que mi carro ya no esté en el piso. Más tarde, por conocidos, me entero de que llegaron los rines y mis llantas a La Buenos Aires, que cuestan 15 mil, pero como el contacto me lo hizo un conocido, me los dejan en 12 mil 500, incluidos los virlos de seguridad. El contacto que me ayuda a conseguirlos me dice que el ratero que me los quiere vender, "es de confianza". Puta madre.
Yo ya gasté en unos rines y llantas "por mientras", no voy a gastar otra vez por mis rines, pienso. Además, ya los anda "colocando" con alguien que le compra por lo menos dos. Le urge que yo le dé una respuesta. Mi contacto, Ernesto, me insiste en que cierre el negocio, pero no tengo dinero, ya me lo gasté en los “por mientras”, además, me dice que el ratero que se los vende -el ratero que me va a vender mis propios rines- me daría los virlos de seguridad gratis. "Con esos, las llantas ya no se las roban, le robarán el carro, pero las llantas no salen", le dicen a Ernesto.
Jakob Bro: Taking Turns review – lost masterpiece from great Dane’s
understated jazz supergroup
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great alto saxophonist Lee Konitz, this 2014 set is full of subtle,
spontane...
Hace 2 horas.