20/08/05

Remeber loco

(Foto: Tomasz Gudzowaty y Robert Boguslawski/WPF)

"Remember, siempre remember" me dijo un loco que estaba acostado en el parque el otro día. "Por supuesto viejo", pensé. Me cayó muy bien el vagabundo pero no le tiré ninguna moneda. Nunca me la pidió y además nunca le tiro monedas a los que piden limosna en la calle a menos de que sean candidateables para el "pejevale del viejito".

Sé que es pecado no dar al necesitado, pero esta premisa forma parte de mi política exterior. Tampoco participo en rifas, sólo las que son entre amigos. Le rehúso a las quinielas. De azar poco: el cubilete y las cartas. Así es mi política exterior; pragmática, congruente, sólida, limpia. Como zapato boleado.No tengo suerte así que no puedo andar confiando en los astros todo el tiempo.

Pero "remember, siempre remember". Y bueno, invocado por las palabras mágicas del vagabundo loco que se me adelantó una vida y que me conoce no sé de donde –me debe conocer-, me acuerdo de algún recuerdo. "Remember, loco, remember".

Me acuerdo de los malos hábitos que tuve, que tengo, que debo de tener. Trato de recordar qué soy yo. Y le aviento una moneda al vagabundo. Dos monedas. Tres monedas. Pienso luego que debe haber algún lugar del mundo para aventar todo lo que traigo en las bolsas. Puede ser una fuente, una plaza o una máquina. Y que las coja el vagabundo o los que quieran, o si no que se queden bailando todas en el piso como si hubiera aventado mil canicas.

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