No pensé que el efecto fuera tan rápido. Y si no fuera por la influencia directa que tiene en los colores del día, el tiempo se me hubiera seguido pasando y, sin saberlo, estaría obligado a comprar improvisadamente regalos para todos. Al principio me preocupé por la salud de mis malvas: ya no tenían flores, se empezaron a poner de cualquier tono, menos del color planta. Les doblé la dosis de agua a la semana, les recorté algunos tallos malos, les sacudí las hojas muertas. Algo tenían, se estaban muriendo. Hasta que me dijeron que ya es otoño y que el año se acaba. A mudar cosas.
5 comentarios:
Mudar, ¿aunque sólo haya durado un fin de semana?
La temporada que viene promete grandes cambios mi estimado.
Espero verte por acá. Un abrazo.
Por cierto, el cierre de consejos el viernes 8 de diciemebre, un día antes de la boda....
Ay, Leyva, tu comentario me pusó melancólica. La culpa la tienen las malvas y el otoño.
Cromáticamente agudo. Aquí, ya es invierno.
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