Llueve en la Ciudad. Llueve como pretexto, simple, blando y molesto. Lo de molesto es una formalidad, nada serio; cuando las gotas se hacen más grandes, la lluvia es mejor. Las ventanas gigantes hablan. Sobre la Del Valle, el lugar de los mil edificios y los cuartos chicos, donde las casas viejas le han cedido todo a las cajas de apartamentos, el panorama es monotono, liso y gris, muy urbano. Llueve, y una ventana se hace mil ventanas. Y un pinche loco, con su aire acondicionado. La Degetau toma una foto.
Dave: The Boy Who Played the Harp review – it’s clearer than ever what a
stunningly skilled rapper he is
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Returning with his first album in four years, the arena-filling UK rapper
is still such a smart, sharp lyricist as he explores a series of
existential cr...
Hace 12 horas.




