Aquí en la Ciudad coquetea un terremoto, pero nada grave, en realidad todos estamos listos para lo que tenga que pasar.
El calor sofocante, los ríos amargos de asfalto y la peste del verano que esta vez será interminable nos tienen lo suficientemente alertas para esperar la catástrofe. La mitad del año se ha ido. Los recuerdos del frío, el invierno, y el destemple etílico corren atrás de nosotros, cada vez más lejos como animales perdidos en un bosque oscuro. Me he estado insistiendo, música y lo que sea necesario de por medio, en la necesidad de empezar a construir esa plana gigante para estampar las metáforas, los recuerdos y la insoportable e inocente cotidianeidad de esta vida que estoy seguro se replica millones de veces por el DF. Pero es muy difícil, el calor amarra. Y, además, creo que soy una máquina.
Jasmine Myra: Rising review – gently insistent jazz
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(Gondwana)
The alto saxophonist leans into her soft and subtle sound with newfound
confidence on this second album
With the release of her 2022 debut alb...
Hace 11 horas.
1 comentario:
mi rey, para etiquetar como 'calor' vente un ratito pa' Monterrey... como diría piporro "y que empiezo a sude y sude..."
da gracias del calor chilango, aunque no de los terremotos.
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