(Foto: HRW / Darfur) La descalificación de las organizaciones no gubernamentales como fenómeno dialéctico de la globalización del faculty club ahora se posa en distintos faros intelectuales. En muchos. Hoy son pocas las ONG que pueden gozar de un prestigio y sobre todo, legitimidad, en el espacio público mundial. Una de las que más me agrada y que ha sabido tener un manejo diplomático, pero a la vez crítico e influyente, es Human Rights Watch. Y aunque como tal sería una fuente políticamente incorrecta de cualquier periódico de circulación nacional, digamos Reforma, sus esfuerzos son loables.
Con operaciones en casi todo el mundo, HRW se ha ocupado significativamente de África. “Hay mucha chamba”, dicen. Todos estamos de acuerdo.
En febrero de 2005 varios doctores de la organización en misión humanitaria repartieron crayones y papeletas a los hijos de los habitantes de Darfur, Sudán. Muchos niños nunca habían dibujado nada; para la mayoría de los pequeños africanos eran novedad el papel y las crayolas. Sin embargo, todos sabían lo que era un MIG, un Antonov, un Ak-47, y eso fue lo que dibujaron.
2 comentarios:
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Un acierto en el punto sobre el modus operandi de HRW, pues la organización ha sabido dónde y cómo influir sin recurrir a clichés de agitación social.
Y sobre los niños... ¿Dibujar sólo lo que su vista advierte? Espinosa la aseveración cuando encaja perfectamente con la razón de ser de la pintura rupestre de aquellos lejanos homínidos.
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