Durante la semana, se lleva a cabo en NYC una (otramás) cumbre sobre el cambio climático global. Hay más de 30 alcaldes de las ciudades más grandes del mundo (está, por supuesto, Ebrard). Cada uno expondrá las estrategias que a nivel local se están llevando a cabo para contrarrestar el "devastador" efecto. En los primeros dos días de la reunión, se han desarrarrollado ampliamente acciones para combatir el calentamiento global -disminución de emisiones contaminantes, sobre todo-. Sorprendentemente, las propuestas sobre el manejo sustentable del agua han sido muy menores, y ese tema sí es urgente desde mi punto de vista. Pero me he dado cuenta que el agua, para la nueva generación de los eco freaks, es un tema mucho menos apremiante que la volatilidad del mercurio en los termómetros, les pasa por alto -gracias a sesgada cobertura del mass media- que el agua se nos acaba ya. Cínicos.
Para su enojo, Myron Ebell, uno de los escépticos más férreos y famosos del calentamiento global, dice para la superexcelente Vanity Fair, que el que el planeta esté cada vez más caliente no es necesariamente algo malo: "Everybody involved in this debate who knows anything about storms knows that a warmer world will be a more stable planet". "There may be more hurricanes … but most of the big storms that kill a lot of people are in the winter, right? Cold kills a lot more people than warmth."
Cínico.
070 Shake: Petrichor review – maxes out on heightened feelings
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(Def Jam/Good Music)
The one-time rapper unleashes howling guitars, weeping strings and OTT
vocals – including those of Courtney Love – on her overcooked ...
Hace 3 días.
2 comentarios:
Además los bronceados están de moda. Se ve más cool ¿no? Por dios... qué mejor que con este calentamiento no gastarás en camas solares.
Y qué rico, todos vivir sobre hamacas, estirando el brazo para agarrar un mango, claro, sorbiendo del popote un poco de agua de coco, claro, sobre el techo de tu casa, ajá, en la ciudad de Oslo.
El mundo será un mundo bananero, y el frío no estará ahí para pensar o ponernos las pilas. "Qué rico".
Hay que invertir entonces en compañías bananeras.
No me imagino a Noruega como el "next Banana republic"
Ehrlich
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