06/09/06

Huracanes de tiempo

Y ahora, dentro de esta marabunta de ideas, dejar el espacio y tiempo para que se sequen los charcos que hicimos sin más, exprimiendo los pedazos de noche que habíamos recortado mientras sonaba la sinfonola y entraban arroyos de aire por mis ventajas viejas. Increíble concebir, ni en el más profundo sueño, que después de pensar tanto en el tiempo y mantener la mirada fija en el cielo estrellado, íbamos a poder de manera casi perfecta cortar la noche en tramos decisivos, bien identificables y, sobretodo, dejar las aristas de los pedazos sin filo alguno; hacer de nuestros excesos de amor y de palabra una rutina, un camino predecible, un gran rompecabezas, que de armarlo no nos cansaríamos nunca, si no supiéramos desde antes que es de los que se cuelgan en los vestíbulos de mal gusto y de los que tienen mil piezas, más o menos

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