Una parte angular del hombre pensante y de los imprescindibles procesos creativos que le han de acompañar en su paso por las letras -lo que sea siempre termina en letras, los números no son más que letras rotas, la pintura no es más que letras arrancadas y así-, es la fuente. El motor. El quan. El origen de donde emanan las cosas. Eso.
Dependiendo de la propia naturaleza del sapiens sapiens, puede variar el origen de su inspiración y, paralelamente, de su connotación. Una flor, un billete, un arma, un esclavo, una gota de sangre, huevos de tortuga, lo que sea. Actualmente, ALGO se ha encargado de darle una jerarquía a los productos culturales dependiendo de la fuente que inspiró su parto. Hay incluso un consenso en cuáles son las fuentes de inspiración políticamente correctas. Si tu poema se escribió en las calles de Nairobi vale más que uno de un Vips, mucho más que uno en Starbucks. Si eres cubano o si eres mexicano hay diferencia...es definitivo.
Las nociones estéticas ya no son tan estéticas. Los procesos creativos se menosprecian y se valoran más las muecas. Las opciones son muy pocas: o comprar una pipa o leer a Malraux, o dejar crecer el pelo o ensayar estilística. Marchar por los pobres o ser fascista.
Antes, con el exilio se conseguía un bono creativo casi vitalicio, con el compromiso revolucionario se llegaba hasta cualquier punto de la Roma coetánea. Ahora, si tu fuente es un olor a crema Atrix, por más que se aspire, difícilmente se entrará a los círculos indicados. Ahora, si no firmas desplegados pro AMLO, no eres intelectual intelectual, ni artista artista.
De estos peligros, de estos retrocesos nos comenta G. Sheridan en el excelentazo LETRAS LIBRES de este mes. Entre otras cosas, explica por qué no firmó ningún desplegado de “intelectuales” pro AMLO y de la devaluación de toda la perrada de Doña Chachalaca.
2 comentarios:
Siempre excelente el Sr. Sheridan. También les recomiendo su tragicomedia El PRD en Tebas, publicada en el número de Abril de la mismísima Letras Libres.
Y tranquilo con Starbucks.
Y mejor complementado por el -rescate liberal de Ortega y Gasset- que ofrece M. Vargas Llosa.
Aviso al posible lector clientelarmente obradorista: capacidad de traspolación intelectual es requisitiva.
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