La ciudad es encantadora en su espíritu, en lo material da asco. La gente sonríe. La atrofia general de los cinco sentidos de los pobladores del DF, les da una ventaja sobre el resto de las metrópolis: cobran muy poco por sus sueños. El boleto del Metro cuesta dos pesos, yo compro de cinco en cinco, no me gusta hacer fila. Y por las mañanas, cuando salto entre sus vagones, pienso que soy como Stevie Wonder, aunque puedo ver. (I'm like Stevie Wonder, but I can see things,
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Hace 1 día.
2 comentarios:
El punto es dejarlo solo hasta que saboree la enorme sinrazón de sus ofensivas, aunque sea la soledad lo último que encuentre este sábado entre sus thundercats.
A propósito de Barry White, no se me olvida cuando algún reportero le preguntó si le traumaba ser ciego, a lo que le respondió cándidamente "no, para nada... me traumaría ser negro".
Acabo de ir a pagar el gas a la Alameda, en el buen Metrorrey. Ahí también estaba tranquilo, más siendo éste un bastión del PAN. Espero que la oleada amarilla del sábado no haga más que eso, levantar olas pero termine por aplacarse al llegar a la playa.
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